A veces no hay que hacer nada

Llevo varios días con la sensación de que todo está parado, como si fuese yo misma una bola en la garganta que impidiese el movimiento y la fluidez de todas mis cosas. Es como un momento de impás después de unas semanas de bastante vorágine, de toma de decisiones, de movimientos relevantes, de conversaciones complejas y también, de mucha ilusión por el cambio que vendrá. Y de repente, de nuevo el Silencio. Algo más de oscuridad. No diría que está todo negro pero siento una energía alrededor algo más densa. Como si fuera un nuevo comienzo, una nueva partida de cartas donde repensar la estrategia para empezar el juego de nuevo. Y así, pensando y escribiendo, me doy cuenta que esto es vivir, vivir en la consciencia y en la aceptación de lo que pasa momento a momento. Saborear también el silencio, el vacío y aprender de estos cambios que nos ofrece la vida. Ahora percibo que la energía realmente no se ha parado, simplemente se ha girado; sí, ha sido un cambio de dirección y realmente siento que es  hacia mí,  como un TU eres lo que impulsará todo. Tu fuerza, tu ilusión, tu energía de amor, bondad, conexión con las personas y libertad. Coherencia con quien ERES. Justo lo que en estas dos semanas he dejado un poco abandonado, sí. Intentando mirar hacia fuera, como una observadora de las cosas, sin perder de vista el objetivo final, pero solo pensando y pensando. Soy yo el epicentro de mi energía, del huracán lleno de amor, conexión y energía cálida con la que quiero acompañar a las personas que están en mi vida y a las que todavía no están. Y quizá, este epicentro ahora está silencioso pero sí que va adivinando por donde su lava quiere ir cuando explote, qué caminos quiere mostrar, a dónde y a quienes enviar ese calor transformador y sobre todo, cómo quiero explosionar. Quiero ser auténtica en esa explosión, coherente, fiel a mis valores, honesta, sin perder el norte de a donde voy. Aceptando mis miedos, mis saboteadores y también mi fuerza dura y sensible que es única, como lo somos cada uno de nosotros. Aceptándome y no huyendo de mis valores. Hoy, gracias al silencio, doy palabras a lo que soy y a lo que quiero, aceptando que esa bola se está preparando para explosionar hacia la resonancia de vivir acorde con mi propósito de vida. Sobre todo, me queda hoy confiar en que eso será así, mientras voy creando ese mapa por donde mi lava fluirá guiada por mi YO más esencial, mi corazón.


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