La calidad de nuestra comunicación tiene mucho que ver con la apertura.
Es decir, cuánto hay de curiosidad por comprender…
o si escuchas para responder…
Cómo es tu posición corporal, cuánto estás atenta a lo siente la persona que habla…
Estamos centradas muchas veces en saber la respuesta correcta en lugar de conectarnos, sin pretender nada más que crear un espacio común donde pueda fluir la confianza, un espacio seguro para hablar y sumar.